jueves, 3 de septiembre de 2009

Ausencias

Ninguno de ellos me espera ya en la colina.
Ya no quedan restos de ninguna ceremonia.
Ni los cuervos revolotean,
ni las culebras se asoman,
atraídos por el aroma de pociones e ingredientes.

Uno a uno,
todos han ido faltando.
Uno tras otro,
convertidos en ausencia.
De uno en uno,
en recuerdo y en olvido.

¡Y la extraña quietud de los presentes
que con rutina vegetal regresaban menguantes
sin importarles,
al parecer,
-quizá por inexorable-
la siguiente deserción!

Y ¿cómo se llamaban todos ellos?
Y ¿dónde se han perdido en mi memoria?
¿Habitaré yo en las suyas?
¿Seré yo también uno de ellos?

Acaso todos y cada uno continuemos
acudiendo a nuestra cita en la colina,
intangibles en el tiempo
que ya no podemos ninguno de nosotros compartir.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Me gusta su poema aunque un poco derrotista por decir algo.

Odal Orto dijo...

Sí. está escrito en una época de mi vida en que las ausencias de los amigos (tanto física como emocional) estaba unida -o yo la uní- al paso del tiempo y a la evidencia también derrotista de que me acerco a la vejez. La vejez, ese ser desconocido.