viernes, 28 de diciembre de 2012

Libro de los errores



¿Dónde está mi almohada? 
Autora: Ana Maria Machado
Ilustrador: Françesc Rovira
Traducción: Atalaire
Edición: Alfaguara 2005


Isabel va a acostarse, pero no puede dormir sin su almohada. Comienza entonces una búsqueda que la lleva de cuento en cuento, preguntando por ella a cada personaje, hasta que aparece.
Una historia simpática que juega con los cuentos, la lectura y la noche, queda bastante deslucida por la ya más que preocupante despreocupación formal que encuentro en los libros infantiles. 
¿Dónde está mi almohada? es una historia contada en verso, concretamente en cuartetas asonantadas (si bien en muchas ocasiones la rima es consonante), con versos octosílabos y rima -a-a. Sin embargo, en varias estrofas apreciamos que la medida, el ritmo y hasta el orden de la rima son alterados y producen tropiezos rítmicos que afectan negativamente a la lectura y a la valoración, por tanto, de la obra.
Por ejemplo, la pronunciación de la palabra “almohada” fluctúa entre “al-mo-ha-da”, en cuatro sílabas, y “al-moha-da”, en tres; “no ha visto mi almohada” frente a “Yo necesito mi almohada”. Si bien la primera opción, en cuatro sílabas, es coherente y gramaticalmente correcta, rítmica y fonéticamente resulta incómoda, sobre todo cuando no siempre es aplica el mismo criterio.
Pero esto es una minucia al lado de otras cuestiones.
Si el desarrollo de la historia viene marcado con la siguiente estructura: 
     Isabel ya tiene sueño,
     ya tiene puesto el pijama,
     ya ha dado las buenas noches
     y ahora se va a la cama. 
Cuatro versos de 8 sílabas, con rima: -a-a, no tiene perdón llegar a esto:
     - Por los caminos no estaba,
     nadie la vio, nadie la viera.
     Manda el rey nuestro señor
     mirar el cielo, mirar la tierra. 
donde los versos se desparraman hasta 9 y 10 sílabas.
O a esto otro: 
     - Yo soy la Bella de la Bestia,
     a ver si no hay confusión.
     Es Bella Durmiente
     la que duerme en el colchón. 
donde el ritmo y la métrica son liquidados en el primer y tercer verso.
O a esto otro más: 
     - Nada sabe Caperucita,
     no ha visto la almohada
     ni en el bosque ni en el maizal.
     Ya no sé dónde buscar. 
donde, medida aparte, la rima cambia el esquema: -a-a, por este otro: --aa.

Como suele ser habitual en las obras traducidas, queda la duda de saber el grado de responsabilidad que tienen autor y traductor sin acudir al original. Personalmente y conociendo la obra de Ana Maria Machado, dudo de la traducción; entre otras cosas porque hay alternativas expresivas bastante menos chirriantes que las utilizadas, sin alejarse mucho más del original. Por ejemplo: 
     - Por los caminos no estaba,
     nadie la vio ni la viera.
     manda el rey nuestro señor
     mirar el cielo y la tierra. 
     (o “mirar por cielo y por tierra”, o “mirar cielo, mirartierra”)


Si se elige la poesía tradicional para contar una historia, se han de conocer y aplicar las características que la definen, incluidos sus recursos y sus limitaciones. Y ha de hacerse con rigor.
El caso de ¿Dónde está mi almohada? puede no ser nada grave, pensará alguien, quizá, la historia se entiende, los lectores a partir de 4 años, destinatarios de este libro, no entienden de retórica y la simple repetición de sonidos, un ritmo más o menos regular, una estructura más o menos fija, les sirve para seguir mejor la peripecia, recordar mejor los episodios, etcétera, etcétera. Pero escribir con la máxima seriedad, el máximo respeto y la máxima exigencia, además de servir para seguir y recordar mucho mejor, es una obligación inexcusable en quienes inventan, traducen y publican historias, incluso infantiles. Lo contrario es hacer un flaco favor a una literatura que ya está bastante infravalorada y ninguneada sin estas lamentables ayudas.
Es una pena.

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