Saludo a
todos los que me lean,
quitándome
el sombrero ancho
cuando me
ven a mi puerta
apenas la
diligencia descuella en lo alto del otero.
Les saludo
y les deseo sol,
y lluvia,
cuando la lluvia es necesaria,
y que sus
casas tengan
al pie de
una ventana abierta
una silla
predilecta
en la que
se sienten a leer mis versos.
Y que al
leer mis versos piensen
que soy
algo natural:
por
ejemplo, el árbol antiguo
a cuya
sombra, cuando eran niños,
se
sentaban de golpe, cansados de jugar,
y se
limpiaban el sudor de la cabeza ardiente
con la
manga de su guardapolvos a rayas.
Alberto
Caeiro: El guardador de rebaños. En:
Fernando Pessoa: Antología poética
(Espasa, 1982)
Traducción
de Ángel Crespo
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