Como no es habitual que a uno lo citen por ahí y mucho menos que la cita sea para bien, no me resisto a reproducir aquí el artículo que Rafael Toledo Díaz, conciudadano y compañero de aventuras literarias en El Globo Sonda, ha publicado en la revista Cuadernos Manchegos, publicación en la que regularmente colabora con su sección "Mareando
la perdiz".
Que lo disfrutéis.
ESTAMOS TONTOS O QUÉ...
Magritte: El vals vacilación |
Carlos
es un todoterreno, un atrevido, porque, además de otros géneros, también
escribe opinión. En algunos de sus artículos hace alusión a su vecina
Felicidad, un personaje del que nunca me ha desvelado si existe en realidad o
es un simple recurso literario para opinar en tercera persona. Hace bien en ser
muy suyo y no desvelar el secreto, que no
hay que contarlo todo a los cuatro vientos, como hacen algunos.
Por
eso, a veces, cuando pretendo ser cercano, yo también utilizo para escribir a
mi vecina Ramona y la comparo con Felicidad. Me las imagino cotilleando en el
rellano de la escalera, cotorreando, hablando de lo divino y de lo humano,
cortando trajes o poniendo a parir al gobierno de turno.
Les
confieso que Ramona es tan real como ustedes quieran imaginar. Pueden elegir
sobre su existencia o no, pero ella me resulta imprescindible. Por la cercanía,
una buena vecina puede ser más importante que un familiar. Aparte de pedirle
sal, huevos o lo que se tercie, nos puede abrir los ojos sobre lo que se cuece
en el vecindario y en el barrio para estar al día, sin tener que echar mano de
ninguna agencia de detectives como hacen los políticos de ahora.
Si
no fuera por ella no me habría enterado de que al vecino del cuarto le ha dado
un ictus, una dolencia que, según parece, es muy frecuente y afecta a mucha
gente. Ahora el viejo ya no pondrá excusas para que su santa haga la compra y
salga la mujer a la calle, al mercado, que tiene a la pobre encerrada,
asustada. Me río yo de algunas vecinas que usan el pañuelo e incluso el burka.
Que hay mucho “moro” disfrazado de moderno y este viejo cascarrabias es uno de
ellos. Digo esto, porque Ramona me ha contado con pelos y señales que tenía a
la mujer enclaustrada, que ni hablar con las vecinas la dejaba el muy posesivo.
Pero
no pretendo esparcir chismorreos en los papeles. Lo que me gusta de Ramona es
su transparencia, vamos, que no tiene pelos en la lengua. Ella no disimula, ni
utiliza la retórica o los eufemismos, va de frente, dice lo que piensa y su
simpleza es el mejor diagnóstico.
Como
la cosa venía al pelo, le pregunto por el revuelo que han suscitado las
declaraciones del diputado de UPyD Toni Cantó, que menuda la ha armado a unas
fechas de la celebración del Día Internacional de la Mujer.
Me
guiña un ojo y me dice: “Mira que es guapo el jodio y además habla claro en el
Congreso pero esta vez se ha pasado”. Aunque después matiza diciendo que seguro
que algo de razón tiene, que no todos los hombres van a ser unos maltratadores
y esta discriminación positiva hacia las mujeres está haciendo daño a una
minoría de varones que tienen dificultades para que se les reconozca sus
derechos de custodia.
Pero
la otra mañana me preocupó, estaba alterada, como posesa. Subía las escaleras
resoplando, cargada con la compra y el paraguas, le faltaban manos a la pobre
mujer. Al verme vio el cielo abierto y, después de ayudarle con las bolsas, se
explayó conmigo diciéndome: “Te confieso que no puedo más, vengo de la farmacia
y esto no puede continuar así, me gasto más en medicinas que en comida. Además,
ahora aparte del código de las recetas nos pasan la tarjeta sanitaria ¡Dios
mío, qué control! Bien listos que han estado para informatizar esto de la
sanidad, para sacar perras claro está, que parecen los farmacéuticos los nuevos
recaudadores de impuestos. Podían hacer lo mismo también con la justicia, que
cuando salen en la tele los juzgados aparecen apilados los legajos atados con
cintas, como en el siglo diecinueve”.
Esa
mañana Ramona era pura verborrea, estaba desatada: “¡Estoy harta de que nos
controlen a los de siempre! a los cuatro muertos de hambre. ¡Tú te crees!
querían meter en la cárcel a una mujer por comprar comida con una tarjeta que
se encontró y también a un drogadicto que lleva años rehabilitado ¿y a los que
roban millones y millones? A esos nada, ahí los tienes esperando años a que se
celebren los juicios, después recursos y patatín patatán. Y si la cosa les
pinta mal van y los indultan”.
La
pobre mujer no me daba tregua, con su apuro, porque de tanto hablar se le
resquebrajaba la voz. Otra cosa no tendrá mi vecina pero pasión no le falta y
más, si cree tener razón en lo que dice.
Y
seguía con su disertación: “Yo no sé si tú lo has visto pero me ha enseñado mi
hija por su móvil, que tiene Internet, el vídeo del Gabilondo enfadado. Oye,
que no puedo estar más de acuerdo con él. Lástima que ya casi ni aparezca ese
periodista”.
Y
ahí empezó a contarme lo del Bárcenas diciendo: “Es que estamos tontos o qué...
Mira, me pone de los nervios, es la gota que colma el vaso, que menudo
cachondeo se traen con nosotros, yo te denuncio, tú te querellas, por maltrato
laboral, dice el tío, eso sí que es marear la perdiz. Yo creo que los del
gobierno están asustados, pero bueno, mientras tanto ¿dónde andan todos esos
millones? A ver, que nos lo expliquen, porque aquí seguimos sin tener una
perra”. Exclama sarcástica: “¡Finiquito en diferido!, dice la María Dolores”, y
me vuelve a interrogar: “¿Pero es que estamos tontos o qué ..?”.
No
sé que decirle porque tiene suficientes razones para estar enfadada, como
supongo que tenemos la gran mayoría de los ciudadanos de este país, ahora, en
horas bajas. Le respondo: “Mira Ramona no sé si estamos tontos o qué.., pero
dormidos, ciegos, sordos, desencantados o simplemente resignados ante el abuso,
eso, seguro”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario