martes, 13 de agosto de 2013

Los breves de agosto (4)


En los días más tranquilos, las olas y la playa hacían el amor, o follaban, como prefería llamarlo él, de manera prolongada e insistente. El mar, el macho, y la playa, la hembra, ambos se contenían y acumulaban hasta el orgasmo, que se expresaba en forma de espuma suave sobre metros y metros de arena empapada.
Pero los días de temporal, el mar embravecido lanzaba sus embates de olas violentas contra la playa con la fuerza y la prisa de una violación, una enorme y pertinaz violación del mar sobre la tierra en su parte más sensible y vulnerable.
Y el hecho de sentir un placer próximo a la lascivia contemplando esto último para después registrarlo en sus cuadros, era algo que lo angustiaba y le hacía cuestionarse su propia salud mental.



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