jueves, 27 de agosto de 2015

Cuento


LA BUSCA

Visité la biblioteca personal del famoso escritor con la previsión de sentir su energía y contagiarme de su magia. Allí respiraría el nutritivo oxígeno de su inspiración y saldría lleno de ideas, ganas y disposición para gestar mi gran obra.
Paseé lánguidamente mi vista por sus volúmenes, acaricié su sillón orejero de terciopelo verde, admiré el bosque de robles por el amplio ventanal, palpé la madera y el bronce de sus muebles, pisé la lana de su alfombra... Pero no. La biblioteca personal del famoso escritor me resultaba artificial, extraña y opresora.
Y supe, entonces, que debía olvidar la biblioteca personal del famoso escritor y entregarme a la lectura de su obra de una vez por todas.




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