lunes, 14 de septiembre de 2015

Los dobles de Stevenson


El Dr. Jekyll y Mr. Hyde
Robert Louis Stevenson
Traducción de Carmen Criado
Alianza Editorial, 1993



Es extraño volver a una novela que ha tenido, tiene y seguramente tendrá que mantener una constante tensión con las versiones, referencias, recreaciones, etc., que se han hecho, hacen y seguramente se harán sobre ella, a partir de ella, alrededor de ella...  Al releerla después de muchísimos años me han ocurrido varias cosas.
No recordaba que estuviese narrada así, había olvidado la descripción del personaje principal, tenía un recuerdo erróneo del ritmo y el estilo... Me ha sorprendido comprobar que el foco de atención se fija sobre un personaje secundario, el abogado Mr. Utterson, y que es a través de él y de su relación con otros personajes, sus charlas, sus paseos, como vamos conociendo a la pareja estelar, Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Me ha sorprendido encontrarme con una novela construida sobre dos pilares expresivos, uno oral y otro escrito. Prácticamente todo en esta novela corta ocurre hablado o leído; la acción es mínima (al menos la acción directa), vamos descubriendo los hechos al mismo tiempo que Mr. Utterson, a través de sus conversaciones y de los documentos escritos a los que va teniendo acceso, importantísimos documentos escritos que dan la clave y la explicación final de la trama.
Los diferentes niveles de lectura que recordaba, sin embargo, han quedado intactos. El tema del desdoblamiento de la personalidad, la tensión constante entre el bien y el mal que soportamos durante nuestra vida, la esquizofrenia... Pero el tratamiento no es de novela de terror, como en ocasiones se deja caer al hablar de esta obra; la especulación, la intriga y la vertiente psicológica están más presentes. El ritmo es demasiado tranquilo, los detalles explicativos diluyen la tensión característica de la narrativa de terror, y estas circunstancias son quizá las que salvan la novela y la hacen permanecer en el tiempo. La principal baza que se juega es retardar la conclusión de que el doctor Jekyll y mister Hyde no son dos personas, sino de la misma. Ésa es la sorpresa que nos reserva Stevenson en los escritos y declaraciones finales que unos personajes ofrecen a otros, y a los lectores con ellos, y aunque después de tantas referencias, citas, versiones y recreaciones del tema, los lectores ya lo sabemos, releer la manera de llevarlo a cabo que ideó Stevenson vuelve a ser un placer.



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