Un periódico conquense subrayaba así el gran nivel del
programa taurino de las fiestas de este año: “La Champions
del toreo se juega en Cuenca”. Confieso mi sorpresa y mi admiración ante la
ocurrencia. Ilustra perfectamente una de las dos actitudes que este verano han
destacado en relación al mundo del toreo: los ayuntamientos que pretenden
disminuir o anular su relación con él y los que han decidido potenciar e
incluso recuperar “la fiesta”, como el de Cuenca, o el de San Sebastián, que ha
reinstaurado las corridas después de muchos años sin ellas.
En Parla, cómo no,
también han surgido iniciativas pro y anti taurinas, muy activas física y
electrónicamente, que culminaron en el Pleno del día 27 de agosto con el apoyo
o el rechazo a una moción del grupo municipal Cambiemos Parla y con todo lo que
ha rodeado esa circunstancia. Demasiado revuelo, a mi juicio, y bastante mal
intencionado, a veces, facilitado por el hecho de tratarse de un asunto con dos
caras, la legal y la moral. Y ya sabemos las pasiones que este tipo de asuntos
levanta.
Es lógico que tras unas elecciones municipales en la que se han
abierto nuevas puertas, se quiera marcar la diferencia con lo establecido hasta
ahora, pero no entiendo las prisas, ni las exageraciones, ni el radicalismo
como mejores modos de hacerlo. Asuntos controvertidos, con profundas raíces
culturales y populares, necesitan de una reflexión tranquila y seria, previa al
debate necesario y conveniente en la sociedad (el municipio) y los diferentes
colectivos (asociaciones, partidos políticos…). Mientras que esto no ocurra, los
disparates camparán a sus anchas (taurinos, de derechas; antitaurinos, de
izquierdas; así, sin rubor alguno) y quien más vocee parecerá tener más razón.
Todos buscamos el ámbito ideal que cumpla con nuestras expectativas políticas,
ideológicas y morales, y frente a quienes pretenden imponer su criterio están
quienes prefieren exponer el suyo, afortunadamente.
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