Desde
hacía dos meses, me habían dicho, Carlos se daba el gusto de leer a los
franceses del siglo diecinueve a la luz de las velas, para lo cual utilizaba un
candelabro de plata. Tiempo atrás habíamos conversado sobre eso porque yo también
disfruto leer a Goethe mientras en el equipo de música suena una ópera de
Wagner o, digamos, acompañar a Baudelaire con Debussy. Es parte del viaje y le
puedo asegurar que el goce es superior, en todos los sentidos.
Carlos María Domínguez: La casa de papel (Mondadori, 2007)
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