lunes, 14 de diciembre de 2015

Libros que me gustan


La mancha de la raza
Marco Aime
Cambalache, 2014



Del mismo modo que hay libros infantiles que deberían conocer y leer los adultos (diría que todos, en realidad), hay temas considerados de adultos que deben formar parte de la literatura infantil, por mucho que haya quien defienda el carácter profiláctico contra el mundo, la vida y la realidad que debe poseer esta literatura. Temas como la muerte, la discriminación, la guerra, el dolor, el sexo, deben formar parte del ideario literario infantil, porque también es función de la literatura infantil establecer conexiones con el mundo, la vida y la realidad en los que está inmerso el lector, y es una herramienta valiosísima para dotarlo de recursos, ofrecerle puntos de vista, prepararlo para los aspectos más ingratos de su propia existencia. Pero, claro está, no puede hacerse esto de cualquier manera.
El libro de Marco Aime es uno de esos libros que adapta un tema considerado adulto al público infantil... Bueno, infantil-juvenil, a partir de 11 o 12 años, pero que, además, puede aclarar alguna duda al adulto mismo.
El título completo es La mancha de la raza: carta a un niño rumano. Desde Italia, Marco Aime escribe una larga carta a Dragan, un niño gitano rumano, en la que explica y comparte las contradicciones de una sociedad (la sociedad) que olvida su pasado migrante, alimenta el razismo, discrimina por sistema... A partir de la extrañeza que surge de estampar la huella dactilar en un papel, el autor despliega un muestrario de hechos y épocas en los cuales la raza, igual que la procedencia o la cultura diversas, ha sido criminalizada y extiende esa actitud al lenguaje mismo, cuando bajo un uso quizá inconsciente también discrimina y encasilla. Términos como identidad, nacionalidad, seguridad, libertad..., son temas para la reflexión y la denuncia.  
Es un libro serio, salpicado de rabia y de vergüenza, quizá pesimista, necesario en cualquier caso. Es posible que el lector poco avezado encuentre dificultades en comprender varias referencias y algunas expresiones, pero eso se soluciona hablando con otros lectores, quizá adultos. Es un libro que ordena ideas, aporta perspectiva y, sobre todo, nos contagia la ineludible realidad de que todos, todos, somos Dragan.



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