domingo, 11 de septiembre de 2016

Aprender cansa


Una cosa que he aprendido durante estos meses de no gobierno es que uno puede tumbarse a la bartola, puede no intentar absolutamente nada para alcanzar acuerdos y conseguir apoyos, y a cambio alcanzarlos y conseguirlos. Y esto me recuerda que he aprendido otra cosa: lo bueno de autoerigirse en habitante del centro político es que se puede pactar indistintamente con la izquierda y con la derecha más próximas, sin rubor ni reparos, porque, como dice el chiste, soy un hombre de principios, tengo muchos, así que si no te gustan éstos, tengo aquéllos; lo cual me lleva a otra cosa que he aprendido y que no quiero olvidar: no importa lo que uno haya dicho hace unos meses (nunca apoyaremos al PP si Rajoy sigue siendo Rajoy), como no importa lo que otro haya hecho durante muchos años (sé fuerte, Bárcenas, te admiro, Rita, os quiero, amigos del partido que me aportáis tanto, sobre todo en B), porque los votontos, digo los votantes olvidamos pronto o, peor, aceptamos con indiferencia legendaria a Diego donde se dijo digo. Y con esto caigo en la cuenta de otro aprendizaje: los partidos que surgieron con la necesidad urgente de regenerar la política patria han relajado el nervio una vez incluidos en el circo, digo en el cerco de la arena parlamentaria y ni Podemos puede gran cosa, en vista de su limitado juego de cintura con el PSOE y su pobre alianza con IU, ni Ciudadanos quiere cosa grande, puesto que ha elegido formar parte del gobierno, de cualquier gobierno, y eso pasará factura... ¡Ahí va!, entonces ha hecho bien, porque se ha aliado finalmente con el mejor maestro y, ahora, con aprender a caminar deprisa, comparecer despacio, meter la mano, sacar tajada y tumbarse a la bartola, lo tendrá chupado para superarlo. Lo cual me recuerda que chupar comparte significado con absorber… Ya veremos quién a quién. Agotador.




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