VI
No hace falta castillo, ni iglesia,
ni siquiera río, camino, puerto, para
formar un pueblo,
porque esta isla sólo reconoce un centro
y está bajo la tierra.
El mapa lo traza el viento
y en él habitan las personas,
dispersas como la lluvia,
o como la ceniza,
o como esos cuervos siempre alerta.
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