Mi vecina Felicidad, Feli,
irrumpe en casa con violencia y por sorpresa, y con una cazuela de coquinas
recién hechas. Está harta, dice. Vaya racha que llevas, le respondo. Tú, a
callar, me replica, tú escríbeme un cuento de verano y déjate de políticas, hombre,
ya está bien de tanta palabrería, tanta corrupción, tanto incumplimiento, tanto
tonto suelto… Nos miramos desafiantes y recitamos a coro y a gritos el monólogo
de Les Luthiers: “No juegues con mi paciencia, detén tanto tonto intento,
detente, tenme contento, o atente a las consecuencias. Mantente atenta y
solícita; mientras tanto, nada intentes, no me tientes a que atente contra tu
integridad física”. Nos reímos, claro está, imaginamos a Rajoy recitándolo y
decidimos brindar por todas esas cosas indeseables que nos rodean. Con esa
intención vamos a la cocina a por una botella de vino. Elegimos un blanco
extremeño, Habla de ti, seco y aromático, que irá muy bien con las
coquinas.
Por los plenos interminables, los planes incumplidos, las mociones
absurdas y las menciones inútiles, enumero yo. Por los concejales huidizos, que
abandonan la lista por la que se presentaron y fueron elegidos, pero se aferran
a su acta de concejales porque si no se quedarían en paro, los pobrecitos, y
eso si que no, porque si la política no sirve para buscarte la vida, dime tú
para qué va a servir, no querrás que sirva para dignificar nada ni a nadie,
¿verdad?, se explaya ella. Por los púnicos y los colaboracionistas que tan a
gusto viven en la oposición a pensión completa y sin oponer una m… Y por el PP
de Parla, el PPP, que parece el balbuceo premonitorio de quien no va a ser
capaz de arreglar una m…, ella. Por la deuda, que crece cada día más hermosa y
rolliza y pagará quién sabe quién, yo. Por los planes de ajuste que no ajustan
una m…, ella. Por las m… que se nos acumulan, yo. ¿Y el cuento, Carlos? El mes
que viene, Feli.
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