viernes, 23 de octubre de 2009

Ediciones Sompatas (IV)

PUESTAS DE SOL POR PONER

La sompata Candra y el sompata Crondo iban al parque del oeste a ver atardecer, cuando se cruzaron con el viejo sompata Vastia, que iba al parque del este para lo mismo. Sabían que últimamente andaba algo despistado, y por eso y porque tenían juveniles ganas de meterse un poco con él, en lugar de decirle que caminaba en el sentido equivocado, decidieron callar, saludarlo cordialmente y seguir su camino.
En el parque del oeste había muchos sompatas sentados en los bancos y tumbados en la hierba y sentados en la hierba y tumbados en los bancos; unos abrazados, otros de la mano, éstos apoyados en ésos, ésos recostados en aquéllos... Todos sufrían la emoción previa a la puesta del sol, fenómeno que por cotidiano no perdía ni una pizca de su poder de seducción y era tratado como un momento solemne de crecimiento y avance en la vida.
En el extremo opuesto de la ciudad, en el parque del este, el viejo Vastia estaba solo, feliz; tampoco esa tarde vería ponerse el sol y, por lo tanto, tampoco ese día terminaría nunca y se añadiría a la lista interminable de días-no-terminados que formaban el gran día de su vejez, larga y feliz vejez, viejo Vastia.

Ilustración de Silvia Santos, colegio Isabel la Católica, de Pinto, 5º curso de Ed. Primaria.

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