martes, 15 de diciembre de 2009

Tiempo de espera (2)

Hay un reloj invisible
suspendido en el aire sobre cada cabeza.
También inaudible, sin ritmo aparente,
sólo percibimos la presión que ejerce,
que a veces embota,
oprime las sienes,
excita la desazón
que todos alguna vez
hemos sentido aquí arriba,
como un nudo inventado
de resolución imposible;
un reloj de incertidumbre,
premonitorio,
antirreloj,
de textura similar a los malos pensamientos;
reloj de sombra aciaga,
nube nefasta sólo desleída
por la certeza
propicia
del paso del tiempo.

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