jueves, 28 de enero de 2010

Propuestas supuestas


Afectados por la crisis e infectados por el panorama, he aquí algunas propuestas para el año que empieza.
La primera es que todos querremos ser capitalistas hasta la médula, sin medias tintas ni reparos ideológicos. Ya sabemos con total seguridad que no hay nada, nada, que pueda hacer caer el sistema económico capitalista, ni cambiar su modelo de crecimiento, ni modificar ninguno de sus rasgos esenciales; ya sabemos que es más fácil que un estado pegue el petardazo y salte por los aires a que una gran empresa pague por sus errores y sus delitos.
La segunda es que desearemos más que nunca poder gastarlo todo, todo, todo, y querremos gastarlo cuando nos dé la gana, sin horarios ni otras limitaciones retrógradas. Es evidente que nuestra vida gira en torno al gasto y nuestro ocio está centrado en el gasto; es más, vivimos como satélites de un centro comercial nodriza al que acudimos a repostar y aprovisionarnos periódicamente, y sin él la vida ya no tiene sentido… civilizado y desarrollado sentido.
La tercera es que por fin aceptaremos que al planeta pueden darle por saco, sinceramente. Mientras que no lo veamos, nos importa un hermoso bledo que se seque, se inunde o explote; que se ocupen nuestros hijos, caramba, no vamos a darles todo hecho. Si los grandes mandatarios del mundo no se ponen de acuerdo, por algo será, que no me pidan a mí, pobre mortal, que me comprometa con unos o con otros.
Y la cuarta: la nueva religión es la política. Creemos en la política y en sus dioses candidatos. Creemos en ellos y en sus palabras porque no sirve de nada lo contrario. Su existencia está muy por encima de la nuestra y cualquier intento de aproximación nos llevaría a la apostasía de toda esperanza o, lo que es peor, a algún puesto de trabajo por enchufe, filiación o agradecimiento.

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