jueves, 1 de julio de 2010

No lector


Eón lo tomé de su casa para conservar algo suyo. Lo tenía en su mesita de noche, esperando. Yo lo cogí. Pero nunca me he atrevido a romper el plástico que lo cubre y lo protege.
Aquel ejemplar había sido comprado por un lector -mi padre- que ya no lo leería.
Sé que, en su momento, días después de su muerte, eso -azar o destino- me conmovió.
Eón ha estado en casa sin ser leído durante veinte años. ¿Por qué?


Miquel Rayó: Eón (Anaya, 2008)



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