jueves, 7 de octubre de 2010

Miguel Ángel Velasco

El 1 de octubre murió el poeta Miguel Ángel Velasco (Palma de Mallorca, 1961). Hay un poema suyo que me gusta especialmente, porque habla de cosas pequeñas como si fuesen hazañas épicas, juega con los conceptos siguiendo la mejor tradición poética en castellano y hace que los versos nos entren por los oidos. 
Es este:
 
RESINA

Desde la herida vieja
de este pino sangrado se derrama
el melodioso acíbar de su tuétano:
la lágrima encendida.
Entró el tiempo a degüello en esa brecha,
con su zarpa de sol, con el cuchillo
sucesivo de inviernos y sequías,
con guadaña de escarcha.
Y dejó para siempre
vibrando en ese riel de su angostura
un crujido de hielo. Cae lento
como un óleo de luz desde el costado
del leño secular
el sudor limpio. Cae
apretada de soles esa gota
ofrecida en la pulpa.
Y bajo la lanzada
del mediodía es bálsamo que unge
la llaga del mirar menesteroso.

(La miel salvaje. Madrid: Visor, 2003)


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