Viñeta de Manel Fontdevila para el diario Público (3/2/2009) |
En lugar de inyectar millones de euros a los bancos, para que ellos faciliten el crédito a los ciudadanos y las pequeñas empresas, vamos a inyectar millones de euros a los ciudadanos y las pequeñas empresas. Es decir, en lugar de actuar desde arriba hacia abajo, vamos a invertir el proceso y que las ayudas vayan de abajo hacia arriba. Se inyectan millones de euros a los ciudadanos para que ellos los reviertan en los siguientes escalones económicos según sus necesidades y, por qué no, sus gustos. Así, se activaría con total seguridad el comercio, se crearía realmente trabajo, aumentaría, es obvio, el consumo y también el ahorro, y, lo más importante, se habría puesto el dedo en la yaga de lo que realmente importa, que es la supervivencia de las personas sin recursos, la recuperación de las condiciones mínimas de vida digna en nuestra sociedad y el mantenimiento solvente de nuestro estado de bienestar. ¿Que eso no es posible por el grado de dependencia y la cantidad de intereses creados con las multinacionales, los grandes grupos financieros, la organización política europea y los gobiernos de otras latitudes? Es posible, aunque también es posible que en otros países hiciesen lo mismo.
En cualquier caso y después de ver el enfoque fraudulento y fallido que hasta ahora se le ha dado a la resolución de la crisis, me importa más el bienestar de mi vecino que el de cien mangantes, digo magnates. Además, qué supondría ese cambio en nuestras vidas, qué clase de pérdida nos supondría, ¿sería peor que la que sufren millones de personas sin empleo, sin recursos, sin expectativas? No lo creo. Podría suponer un cambio en la dirección de lo que entendemos por progreso y desarrollo en el mundo occidental; un retroceso, diría alguien, pero ¿sería un retroceso peor que el anunciado por los gobernantes, empresarios y economistas en las condiciones actuales? Claro, peor, mucho peor... para ellos.
En cualquier caso y después de ver el enfoque fraudulento y fallido que hasta ahora se le ha dado a la resolución de la crisis, me importa más el bienestar de mi vecino que el de cien mangantes, digo magnates. Además, qué supondría ese cambio en nuestras vidas, qué clase de pérdida nos supondría, ¿sería peor que la que sufren millones de personas sin empleo, sin recursos, sin expectativas? No lo creo. Podría suponer un cambio en la dirección de lo que entendemos por progreso y desarrollo en el mundo occidental; un retroceso, diría alguien, pero ¿sería un retroceso peor que el anunciado por los gobernantes, empresarios y economistas en las condiciones actuales? Claro, peor, mucho peor... para ellos.
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