Harún solía comparar a su padre con un malabarista, porque en realidad sus cuentos estaban hechos de retazos de historias diferentes que él manejaba a su antojo y mantenía en constante movimiento, como el que juega con muchas pelotas a la vez, sin equivocarse nunca.
¿De dónde venían todos aquellos cuentos? Parecía que Rasid no tenía más que abrir sus labios reidores, gruesos y rojos para que por ellos saliera un nuevo relato en el que no faltaba su dosis de brujería y de amor, princesas, tíos malvados, tías gruesas, grangsters bigotudos con pantalones a cuadros amarillos, paisajes fantásticos, cobardes, héroes, peleas y media docena de pegadizas tonadillas. "Todas las cosas tienen que salir de algún sitio -cavilaba Harún-, por lo tanto, estos cuentos no pueden salir del aire..."
Pero cuando hacía a su padre esta importantísima pregunta, el Sha de Bla entornaba sus, a decir verdad, un tanto saltones ojos, se daba unas palmadas en su blando estómago y se metía el pulgar en la boca con un ridículo gorgoteo, como si bebiera, glu, glu, glu. Harún se impacientaba.
- Vamos, dime ya, ¿de dónde las sacas? -insistía y Rasid movía las cejas con aire de misterio y agitaba los dedos con ademán de bruja.
- Del gran Mar de las Historias -contestaba-. Yo bebo las cálidas Aguas de las Historias y me siento lleno de inspiración.
A Harún esta explicación le resultaba por demás irritante.
- ¿Y dónde guardas el agua caliente? -preguntó un día con astucia-. En termos, supongo. Pues nunca he visto ninguno.
- Viene de un Grifo invisible instalado por uno de los Genios del Agua -dijo Rasid muy serio-. Tienes que estar abonado.
- ¿Y cómo se abona uno?
- Oh -hizo el Sha de Bla-. Eso es Excesivamente Complicado Para Contarlo.
- De todos modos -concluyó Harún, malhumorado-, tampoco he visto nunca a un Genio del Agua.
Rasid se encogió de hombros.
- Tú nunca madrugas lo suficiente para ver al lechero -señaló-, pero no tienes inconveniente en beberte la leche. Conque déjate de averiguaciones y disfruta de los cuentos si te gustan.
Y así terminó la discusión.
Salman Rushdie: Harún y el Mar de las Historias (Seix Barral, 1991)
Traducción de F. Roldán.
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