Hay
muchas maneras de cazar elefantes.
Cazar elefantes siempre aumenta la
distancia... mejor dicho, las distancias. La distancia entre el cazador y el
elefante. La distancia entre el cazador y el espectador. La distancia entre el
elefante y el espectador. La distancia entre el cazador y el elefante con el
espectador.
Cazar elefantes es seguro.
A pesar de las dimensiones, no resulta
especialmente peligroso cazar elefantes. Hay unas armas estupendas para cazar
cualquier cosa. El cazador mismo las fabrica y las vende.
El espectador puede
estar satisfecho con el simple hecho de serlo. La propaganda insiste en las
bondades de ser espectador.
La caza es un buen deporte. La expectación también
lo es.
Un rey puede cazar elefantes.
Un gobierno puede cazar elefantes.
Los
bancos pueden cazar elefantes.
Los brokers pueden cazar elefantes.
Cazar
elefantes significa erigirse en dueño de las distancias. El cazador decide, el
espectador acepta, los elefantes... barritan.
La monarquía se distancia de los
ciudadanos cuando caza elefantes literales.
El gobierno se distancia de los
ciudadanos cuando caza elefantes metafóricos.
La caza metafórica de elefantes
es el modo distante de gobernar un país.
Pedir sacrificios a los ciudadanos,
imponer recortes a los ciudadanos, sin predicar con el ejemplo, es cazar
elefantes.
Mantener los privilegios de la casta política es cazar elefantes.
Inyectar dinero público a la banca es cazar elefantes.
Mantener el estatus
privilegiado de ricos y eclesiásticos es cazar elefantes.
Hay muchas maneras de
cazar elefantes y todas tienen que ver con la indecencia.
El sistema financiero
es indecente.
Los mercados son indecentes.
Los políticos que padecemos son
indecentes.
La distancia abismal entre todos ellos y los ciudadanos es
indecente.
Igual tenemos que hacernos cazadores todos.
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