Siempre que despertaba, comprobaba que algo
del sueño permanecía en la
realidad. Una fuente inalcanzable, las monedas del tesoro, el
dragón escupe fuego, los ojos de su vecina... El horror inicial se fue
atenuando hasta desaparecer. Al fin y al cabo era una correspondencia justa,
pues siempre que dormía algo de la realidad permanecía en el sueño. La sed insatisfecha,
no llegar a fin de mes, la rabia por la derrota, los ojos de su vecina…
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