Hubo
un tiempo en que Jennie lo tenía todo. Un almohadón redondo para dormir en el
piso de arriba, y uno cuadrado en el piso de abajo. Tenía su peine y cepillo
particulares, frascos con dos clases de píldoras, gotas para los ojos, gotas
para los oídos, un termómetro, y para el tiempo frío un jersey rojo de lana.
Podía mirar por dos ventanas y comer en dos cuencos distintos. Hasta tenía un
amo que la quería.
Pero
a Jennie le daba igual. En mitad de la noche metió todo en una bolsa de cuero
negro con hebilla de oro y se asomó por última vez a su ventana preferida.
-
Lo tienes todo -le dijo la planta del tiesto, que estaba mirando por la misma
ventana.
Jennie
mordisqueó una hoja.
-
Tienes dos ventanas -dijo la
planta-. Yo sólo tengo una.
Jennie
suspiró y se comió otra hoja. La planta continuó:
-
Dos almohadones, dos cuencos, un jersey rojo de lana, gotas para los ojos,
gotas para los oídos, dos clases de píldoras, un termómetro, y encima él te
quiere.
-
Eso es cierto -dijo Jennie, mordiendo más hojas.
-
Lo tienes todo -repitió la planta.
Jennie
se limitó a decir que sí con la cabeza, porque tenía la boca llena de hojas.
-
Entonces ¿por qué te vas?
-
Porque -dijo Jennie, comiéndose el tallo y la flor-, estoy insatisfecha. Quiero
algo que no tengo. ¡La vida tiene que ofrecer algo más que el tenerlo todo!
Maurice Sendak: ¡Dídola
pídola pon! o La vida debe ofrecer algo más. (Alfaguara, 1978). (El
traductor no consta).
Si tienes curiosidad:
Una selección de ilustraciones de Sendak, acompañadas de textos alusivos, en el blog Tecnicolor, aquí.
Un breve análisis de su obra, por Patrick Rodgers, aquí.
Sendak en la revista Imaginaria, aquí.
Una genial exposición en el Museo Rosenbach, aquí.
Un extenso artículo sobre Donde viven los monstruos, aquí.
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