Un día se fue a jugar al desván de su casa, y allí encontró un gran libro verde, escondido bajo un saco viejo en un rincón.
Jack
cogió el gran libro verde y se puso a leer. Tenía ganas de que fuera un libro
de cuentos, pero descubrió que se trataba de algo mucho mejor.
A medida
que iba leyendo, los ojos se le hacían más y más grandes. El gran libro verde
estaba lleno de hechizos mágicos. Te explicaba cómo volverte tan viejo o tan
joven como quisieras, cómo cambiar el aspecto de las cosas, cómo conseguir que
los pájaros o los animales hicieran lo que se te antojase, y también cómo
desaparecer. Al final, había unas fórmulas para ganar a las cartas y para
aprenderse las lecciones en un santiamén.
Yo no
puedo contarte de qué manera se hacían estas cosas, porque de esto hace ya
mucho tiempo, y además el gran libro verde de magia ha desaparecido. Pero la
mayoría de hechizos, en libros de este tipo, empiezan así: “Primero trace un
círculo mágico a su alrededor y acto seguido respire tres veces profundamente…”
Robert Graves: El gran libro verde (Lumen, 1983).
Traducción
de Lucía Graves.
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