Leo Lionni: Frederick |
Como estoy bastante harto de hablar de
política, voy a escribir un cuento.
Había una vez un país que estaba en crisis.
Como había que sacar dinero de debajo de las piedras, los gobernantes se
pusieron los monos azules sin connotaciones y empezaron a levantar una a una
todas las piedras sospechosas del país.
Así, levantaron la gran piedra, antigua
y bastante irregular, de la economía sumergida, muy parecida a la del fraude
fiscal, que también fue levantada, lógicamente, y ambas dejaron ver un montón
de dinero oculto, tanto que animó a los gobernantes a levantar la piedra de las
grandes fortunas, para desvelar debajo un montón de maletines de piel de caimán
rebosantes de dinero.
Levantaron la piedra múltiple de las diputaciones, confundieron
los billetes con cromos repetidos, pero un funcionario atento demostró la
diferencia mostrando la numeración, menos mal.
Levantaron también las piedras
de los bancos, que resultaron estar hechas de pasta de papel... moneda, y las
desbancaron.
Levantaron después la piedra de los privilegios políticos,
dolorosa piedra, semejante a las del riñón, pero descubrieron que no dolía
tanto y que, en cambio, les hacía sentir mucho mejor y ser mirados con otros
ojos por parte de sus vecinos, algo menos encabronados.
Y levantaron la piedra
sagrada de la Iglesia, intocable hasta ahora y cargada de presagios; y al
levantarla vieron debajo otra más grande, y debajo de esta, otra más grande que
ocultaba otra más que ocultaba otra y otra y otra… y se encontraron con un
filón dorado en olor de santidad, pero que en realidad era loor a chamusquina,
puesto que resulta bastante raro, casi milagroso, que una piedra pequeña oculte
otra mayor.
En fin, que levantando piedra tras piedra, aquel país salió de la
crisis, sus gobernantes se limpiaron a conciencia las manos- y la conciencia- y
dejaron de tocar los perendengues al trabajo, la educación, la sanidad… a los
ciudadanos, en FIN.
4 comentarios:
Me ha gustado el cuento, enhorabuena!
Gracias por leerme.
Muy bueno, Carlos.
Se lo voy a recomendar a los niños de mi barrio para que vayan madurando...
Un abrazo, amigo,
Eusebio
A ver si los pobres niños van a tener pesadillas antes de tiempo. Mejor se lo das a los padres. jeje.
Un abrazo.
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