martes, 25 de junio de 2013

Libros que me gustan


Todo un mundo
Katy Couprie y Antonin Louchard
Anaya, 2003

Tenía ganas de meterle mano a este libro y hoy es tan buen día como otro cualquiera... Hablaba hace poco de los libros con pasadizos, libros que nos guiaban a través de sus páginas siguiendo el hilo conductor de las ilustraciones, de algún elemento que se repetía en las ilustraciones. Si estuviésemos hablando de palabras, llamaríamos a esos elementos motivos literarios, así que aquí podemos denominaros motivos gráficos. En cualquier caso, la definición puede ser la misma. Se rata de elementos que se repiten a lo largo de un discurso, son aparentemente prescindibles, pero si se suprimen algo cambia en dicho discurso, y el cambio puede ser simplemente accesorio, ambiental, o significativo, esencial, tanto que quizá la historia no se comprenda o resulte fallida sin ellos. El relato más famoso que conozco construido sobre estos motivos literarios es Continuidad de los parques, de Julio Cortázar.
Todo un mundo es un libro álbum construido exclusivamente con imágenes enlazadas de una página a otra. El enlace es, a veces, evidente, pero, a veces, no está tan claro, porque es indirecto y hay que buscarlo en clave temporal, semántica, retórica (hay sinécdoques y metonimias a porrillo), lógica... Es un exhaustivo muestrario de imágenes (254 páginas) que abarca diferentes recursos expresivos; hay fotografías, objetos, pinturas, dibujos, esculturas..., con lo que nos exige estar abiertos a diferentes planos lectores e interpretativos para seguir el viaje de página en página; pero merece la pena el esfuerzo (mínimo esfuerzo, por otro lado) porque hay imágenes tan extrañas, sugerentes e imprevistas, que la lectura de esta pequeña gran obra se convierte en una experiencia deliciosa.
En otros post de este blog he hablado de libros motivadores, que generan ideas para escribir y resultan apropiados para trabajo de taller. Este es uno de esos libros.


Reproduzco el último párrafo del magnífico artículo de Marcela Carranza en Imaginaria:
Hablar de este libro no es tarea fácil, ni es posible tampoco dar cuenta de sus infinitas posibilidades de lectura (tarea imposible para cualquier libro, por otra parte). Todo un mundo parece destinado justamente a eso, a recordarnos nuestra libertad para percibir, para representar, para interpretar, para otorgar significación al mundo.
 Y cito también el artículo no menos esclarecedor de Teresa Durán en Babar.





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