Saldremos
del túnel, qué duda cabe, pero lo haremos igual que se sale del bosque en el
cuento, siendo otros distintos a aquellos que entraron en él. Saldremos siendo
distintos y, además, saldremos a otro momento, a otro tiempo, porque el túnel
de nuestra crisis es una máquina del tiempo que nos devolverá al pasado, a un
pasado que creíamos definitivamente superado, pero no.
La técnica
narrativa que recrea un mundo posible que no fue pero pudo haber sido se llama
ucronía. Por ejemplo un mundo donde pervivieron los dinosaurios, o en el que la
armada invencible no naufragó, sería una ucronía, y hay obras que así lo
reflejan, hasta el punto de hacer de la ucronía un género narrativo.
Ya ha
ocurrido, en realidad.
Nuestro
gobiernos, el nacional y el supranacional, han conseguido la gran proeza de
hacer de nuestra vida una realidad ucrónica en la que, pertrechados con nuestra
impedimenta moderna y sabiendo lo que sabemos, revivimos a mediados del siglo
veinte en una sociedad donde las relaciones laborales y de producción vuelven a
ser feudales y los amos, los empresarios y los políticos, imponen su poder y
sus prerrogativas al resto de la población.
Avanzamos
por ese camino nuevo recreando una sociedad empobrecida, pero con memoria. Terrible.
Y volveremos a llegar a un momento en que habrá que elegir entre varias
opciones, llegaremos a la bifurcación del sendero donde deberemos elegir las
prioridades, el modelo de progreso, las nuevas relaciones de poder... Llegaremos
al Punto Jonbar, ese en que, en la ucronía, un acontecimiento concreto
condiciona la historia futura, como unas elecciones, un real decreto, una
guillotina en todas las plazas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario