Texto de Pablo Albo
Ilustraciones de Lucía Serrano
Edición: Thule, 2012
¿Alguna vez te han castañeteado los dientes?, ¿y has creído que era por
el frío? Después de leer este libro conocerás la verdad y temblarás... y no de
frío precisamente.
Los esqueletos siempre tienen frío, siempre tienen los huesos helados,
y ni mantas ni calefacción ni armarios les hacen entrar en calor. Sólo hay una
cosa que remedie su permanente friolera, la carne, recubrir sus huesos con la
carne, músculos, órganos, piel, de una persona. Este es el descubrimiento que
hace el niño protagonista de esta historia y el lector de este libro, aunque
cuando eso ocurre es ya tarde para remediarlo...
Hay veces en que nos encontramos con historias construidas a partir de ideas
extraordinarias, bien cimentadas y bien desarrolladas. Cuando eso ocurre,
sentimos una emoción -yo al menos, la siento- tan extraordinaria como la
historia. No suele ser frecuente y quizá por eso surge la chispa, se nos escapa
esa sonrisilla boba de la boca y damos ese respingo en la silla. Pues esta es
una de esas ocasiones. Pablo Albo escribe una historia de miedo que mantiene al
lector en vilo hasta el final y lo sorprende con un giro inesperado y juguetón.
Es una historia original y muy bien elaborada, narrada en primera persona, con sencillez y
efectivamente.
La parte visual corre a cargo de Lucía Serrano, con quien Pablo Albo ya ha
publicado varios libros. Con su estilo inconfundible, representa los personajes
y los espacios acercándolos al lector, recubriéndolos de una sensación de
amabilidad que compensa lo terrorífico de la historia.
Hace tiempo lo buscaba. Echaba de menos un buen cuento de terror para
lectores de seis o siete años y por fin lo he encontrado. Qué alegría. Y qué
miedo.
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