jueves, 11 de septiembre de 2014

Libros que me gustan


Porque sí
Agnes Laroche
Ilustraciones de Stéphanie Augusseau
Traducción de María Teresa Rivas
Edición: Tramuntana, 2014






Inés del revés
Anita Jeram
Edición: Kókinos, 1996








A veces ocurre que un álbum nos lleva a otro, se establecen conexiones y se van formando quizá grupos, conjuntos, con elementos comunes y relevantes que enriquecen la visión de un tema, porque muestran diferentes puntos de vista, actitudes, tratamientos, técnicas, estilos, géneros... Por aquí he comentado algunos, como las versiones de los ratones ciegos y el elefante, o los abecedarios.
En este contexto, los dos álbumes que menciono arriba son iguales. Ambos tratan el tema de la relación entre padres e hijos centrándose en un aspecto muy interesante, a mi juicio: la seriedad con el hijo / la hija expresa su curiosidad y su inquietud a los padres y cómo éstos deben decidir qué hacer, cómo reaccionar, como adultos serios y formales o como adultos cómplices y divertidos.
En Inés del revés, la hija decide trastocar el orden establecido haciéndolo todo al revés. En Porque sí, el hijo resume en esa frase la justificación de todo lo que hace o deja de hacer. 
En ambas obras se plantea el mismo tema de fondo: los niños sienten curiosidad por el mundo en que están aprendiendo a vivir y eso les lleva a trastocarlo, mediante su comportamiento, mediante el uso del lenguaje..., para entenderlo mejor y/o para mantenerse en su centro; la atención de los padres cayendo sobre ellos automáticamente, les da la razón. 
En ambas obras, los padres (madre en el primero y madre y padre en el segundo) toman la decisión de “entrar al trapo” y seguirle la corriente al hijo/hija; así, la madre de Inés amplía las dimensiones de ese día que se vive al revés, y hace que la pequeña se admire por ello; mientras que en Porque sí los padres deciden responder a su hijo con sus mismas armas. 
En ambas obras se logra aprovechar la creatividad, la iniciativa y la actitud de los hijos para estrechar lazos, eliminar barreras, compartir juegos, y se evita el uso de la autoridad, la orden, la verticalidad de la edad y la jerarquía. Al final, el abrazo rubrica la jornada y si en un caso subraya la risa, en el otro expresa el alivio de saberse querido y atendido. 
Son obras estéticamente diferentes, muy distintas, pero ambas proporcionan por igual un gran rato de placer lector y familiar. 

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