jueves, 23 de octubre de 2014

Alrededor del cuento (y 2)


Segunda y última entrega con algunas definiciones de cuento incluidas en el estudio preliminar de Cuento español contemporáneo, edición de Ángeles Encinar y Anthony Percival (Madrid: Cátedra, 1993). Son palabras de algunos de los autores recogidos en la selección y me parece un material muy valioso para merodear por el género.
Más una de propina, del maestro, claro.


Vicente Molina Foix:

Normalidad actual del cuento, que permite los extremos: el de los escritores que suben con sus cuentos la escalera de un aprendizaje narrativo (caso de los “grandes cuentistas”), y el de los que bajan con mucha modestia, lentamente, a tientas, la rampa de los pisos altos y más vistosos para buscar en el mínimo cuarto subterráneo la llave de una luz inesperadamente intensa.

Antonio Muñoz Molina:

Tal vez el cuento sea a la narrativa lo que el soneto a la poesía: la concentración absoluta y casi químicamente pura de sus normas, sus tareas y sus artificios (...) Apenas culminado el despegue hay que prepararse para el aterrizaje: el cuento es un sprint, una rápida aventura, y por eso decía Cortázar que en él hay que ganar por K.O., y no por puntos, como en la novela. En el cuento los fracasos son fulminantes, pero el éxito casi siempre carece de énfasis, de manera que no es un género muy adecuado para la soberbia o la impaciencia de los escritores españoles, que tienden a desdeñar los saberes de la artesanía.

Antonio Pereira:

El cuento es el resultado de saber una buena historia y saber contarla con intensidad y brevedad. El cuento quiere producir un efecto y sale a ello como a dar un golpe de mano, que fracasa si se lleva exceso de impedimenta.

Soledad Puértolas:

En razón de su brevedad, de su necesaria concisión, el cuento tiene un centro (a diferencia de la novela, que puede tener varios centros) y su final es tanto una conclusión como una invitación a volverlo a empezar, o empezar otra cosa (...). El cuento lleva el germen de algo y cuando acaba, no se acaba. Está destinado a permanecer, a volver a ser contado, a ser inmortal.
(...) Cuando el cuento concluye, sabemos algo más de lo que sabíamos al principio, sepamos o no formularlo.

Álvaro Pombo:

El cuento (...) es importante porque admite grados de condensación casi poéticos (...) y, sin embargo, nunca es un poema: conserva siempre su esencial ritmo narrativo, su voz es viva voz de la prosa y, por lo tanto, natural y no artificiosa, transparente y no traslúcida, como las voces que oímos en los versos. Para que un cuento sea bueno tiene que ser perfectamente circular y tiene que contener un elemento de enseñanza, tiene que servir de ejemplo de algo.

Pedro Zarraluki:

Si algo me apasiona del relato como género es su extraño equilibrio entre precisión y vaguedad. Su compromiso con lo leve le obliga a buscar siempre las palabras exactas, pero eso no significa que pueda abordar sólo ideas sencillas. Muy por el contrario, los buenos relatos son pequeños universos en perpetua expansión, pues se instalan en el potencial infinito que se esconde en la inteligencia de sus lectores.


...Y la propina:

Edgar A. Poe:

El cuento se caracteriza por la unidad de impresión que produce en el lector; puede ser leído en una sola sentada; cada palabra contribuye al efecto que el narrador previamente se ha propuesto; este efecto debe prepararse ya desde la primera frase y graduarse hasta el final; cuando llega a su punto culminante, el cuento debe terminar; sólo deben aparecer personajes que sean esenciales para provocar el efecto deseado.



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