Lógicamente,
ignoro cómo reflejarán los documentos futuros esta etapa crítica y convulsa en
que llevamos sumidos, de momento, siete años, pero me gustaría poder saber cómo
nos veremos a nosotros mismos dentro de, por ejemplo, veinte años. ¿Cómo se
entenderán los incumplimientos sistemáticos de un programa electoral, hasta
ahora sagrado, por parte del gobierno del PP? ¿Se sustituirán los programas
electorales por acuerdos financieros? ¿Cómo se verán la precarización laboral,
el aumento de la pobreza, la ruptura del contrato social? ¿Se hablará de
intento de desmantelamiento de la sanidad pública?¿Y de la educación pública?
¿Se habrá consumado? ¿Se habrá puesto coto a la corrupción? ¿La clase política
se habrá regenerado? ¿Habrá descendido de su eminencia y se habrá instalado al
nivel de la calle, junto al pueblo del que es representante, con sus mismas
obligaciones y con mayor ejemplaridad? ¿Habrá conseguido Podemos o Ganemos o
Sumemos o Castremos cambiar algo? ¿Instalarse en el panorama político y hacer
de la perspectiva social la vara de medir la política no sólo española sino
europea? ¿Habrán cambiado las relaciones de poder los lobbies financieros? Porque hoy, la sensación de caída libre y
descontrolada, de desmoronamiento integral, de saber prostituido el sistema
democrático, el “menos malo” de los sistemas, de haber sido estafados,
completamente timados, por los partidos políticos en todos los estamentos y a
todos los niveles, de tener la certeza de que no hay político bueno si no
revienta la cabeza del compañero indecente y exhibe su cuerpo putrefacto en la
plaza pública... Hoy, la sensación, digo, es de rabia, indignación, tristeza
infinita… Insoportable.
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