He comenzado una nueva aventura colaborativa con mi amigo Johan R. Wilbur en la revista El Globo Sonda. Cada semana (en principio será una cita semanal) uno de nosotros propone un tema, una consigna, un desafío..., a partir del cual escribiremos un relato breve. Quedaremos, los leeremos, los comentaremos, los copiaremos en los cuadernillos adquiridos ad hoc (los primeros son obsequio de Johan) y plantearemos el siguiente re(la)to.
Aquí van los dos primeros, que tenían que tratar, cómo no, sobre el acto de crear.
Adivinad quién es quién... o no.
DE NUEVO EL CUADERNO NUEVO
Abrió
el cuaderno nuevo y todo fue movimiento, ruido, agitación, caos...Una vez más. Una frase susurrada sobre un grito
atroz, unas fauces y un beso, el estruendo de una explosión, el traqueteo de un tren, un
abismo, una pradera, el fondo marino, el espacio exterior...
El pobre escritor apenas podía soportar la abrumadora afluencia de
ideas, el torrente de dudas que lo acometía
de nuevo al abrir el cuaderno para intentar escribir... Una canción de amor, un himno a la patria, el
monstruo y el enano, la bruja y el vampiro, la rima, la epopeya, la reflexión profunda y divertida... El caos una
vez más.
- Debo elegir, debo hallar mi camino de una maldita vez.
Esto no puede seguir así
-balbuceó,
angustiado.
- Desde luego que no -la voz de ella a su espalda lo
sobresaltó-.
No puede ser que cada vez que lo abras te venza el pánico de la hoja en blanco, cariño. Céntrate, por dios, ponte serio... Y
ordena esto un poco.
Le dio un beso en la coronilla y salió de la habitación, murmurando.
- No imaginaba yo que la inspiración causase tanto desorden, caramba.
NOCHE RARA
Apareció
de repente delante de mí.
Tenía
forma de huevo alargado, era un poco menos alto que yo y, según él mismo contaba, había salido de la cama un par de horas
antes, pero tenía
miedo de despertarme y que me sentara mal.
—¿Y
no te pareció
que me sentaría
peor que te quedaras ahí
de pie mirando cómo
duermo?
—Bueno,
la verdad es que he preferido no pensar en ello.
Se hizo el silencio entre los dos.
—¿Y
bien?—dije.
—Y
bien…
¿Qué?
—Que
quién
o qué
eres ya lo sé,
es más
que evidente, pero a qué
has venido…
ya sabes, no soy adivino.
—Ah,
sí,
perdona. Verás
—carraspeó—, es que me he dado cuenta de que
hace mucho tiempo que no te despiertas en medio de la noche y me usas. Incluso
esa libreta que tenías
siempre cerca para apuntar tus sueños… ¿Dónde está ahora?
—No
lo sé.
Me gusta dormir.
—Ya,
a todos nos gusta. Pero no solo hace falta que lo hagas a estas horas. De hecho
son horas intempestivas, a decir verdad. Pero tienes horas de sobra a lo largo
del día
y no haces lo que debes. Debes hacerlo, si no moriré.
—Qué dramatismo… Además, los seres como tú… ¿morís?
—Claro
que sí.
En cuanto no se nos usa durante un determinado tiempo, largo, a decir verdad,
morimos.
—¿Tanto
tiempo llevo sin…?
—Sí, más de lo que crees, seguramente —me interrumpió.
—Vaya,
lo siento.
—Se
aceptan las disculpas. Mira, debo irme ya, hazme caso, ¿vale? Aunque sea solo por salvarme a
mí.
Haz lo que sea, ni siquiera hace falta que sea bueno. Solo hazlo.
Y así
fue como volví
a crear.
Y mi creación
dejó
de temer a la muerte.
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