jueves, 15 de enero de 2015

Jekyll & Hyde: re(la)tos (I)


He comenzado una nueva aventura colaborativa con mi amigo Johan R. Wilbur en la revista El Globo Sonda. Cada semana (en principio será una cita semanal) uno de nosotros propone un tema, una consigna, un desafío..., a partir del cual escribiremos un relato breve. Quedaremos, los leeremos, los comentaremos, los copiaremos en los cuadernillos adquiridos ad hoc (los primeros son obsequio de Johan) y plantearemos el siguiente re(la)to.
Aquí van los dos primeros, que tenían que tratar, cómo no, sobre el acto de crear
Adivinad quién es quién... o no.


DE NUEVO EL CUADERNO NUEVO

Abrió el cuaderno nuevo y todo fue movimiento, ruido, agitación, caos...Una vez más. Una frase susurrada sobre un grito atroz, unas fauces y un beso, el estruendo de una explosión, el traqueteo de un tren, un abismo, una pradera, el fondo marino, el espacio exterior...
El pobre escritor apenas podía soportar la abrumadora afluencia de ideas, el torrente de dudas que lo acometía de nuevo al abrir el cuaderno para intentar escribir... Una canción de amor, un himno a la patria, el monstruo y el enano, la bruja y el vampiro, la rima, la epopeya, la reflexión profunda y divertida... El caos una vez más.
- Debo elegir, debo hallar mi camino de una maldita vez. Esto no puede seguir así -balbuceó, angustiado.
- Desde luego que no -la voz de ella a su espalda lo sobresaltó-. No puede ser que cada vez que lo abras te venza el pánico de la hoja en blanco, cariño. Céntrate, por dios, ponte serio... Y ordena esto un poco.
Le dio un beso en la coronilla y salió de la habitación, murmurando.
- No imaginaba yo que la inspiración causase tanto desorden, caramba.


NOCHE RARA

Apareció de repente delante de mí. Tenía forma de huevo alargado, era un poco menos alto que yo y, según él mismo contaba, había salido de la cama un par de horas antes, pero tenía miedo de despertarme y que me sentara mal.
—¿Y no te pareció que me sentaría peor que te quedaras ahí de pie mirando cómo duermo?
—Bueno, la verdad es que he preferido no pensar en ello.
Se hizo el silencio entre los dos.
—¿Y bien?—dije.
—Y bien… ¿Qué?
—Que quién o qué eres ya lo sé, es más que evidente, pero a qué has venido… ya sabes, no soy adivino.
—Ah, sí, perdona. Verás —carraspeó—, es que me he dado cuenta de que hace mucho tiempo que no te despiertas en medio de la noche y me usas. Incluso esa libreta que tenías siempre cerca para apuntar tus sueños… ¿Dónde está ahora?
—No lo sé. Me gusta dormir.
—Ya, a todos nos gusta. Pero no solo hace falta que lo hagas a estas horas. De hecho son horas intempestivas, a decir verdad. Pero tienes horas de sobra a lo largo del día y no haces lo que debes. Debes hacerlo, si no moriré.
—Qué dramatismo… Además, los seres como tú… ¿morís?
—Claro que sí. En cuanto no se nos usa durante un determinado tiempo, largo, a decir verdad, morimos.
—¿Tanto tiempo llevo sin…?
—Sí, más de lo que crees, seguramente —me interrumpió.
—Vaya, lo siento.
—Se aceptan las disculpas. Mira, debo irme ya, hazme caso, ¿vale? Aunque sea solo por salvarme a mí. Haz lo que sea, ni siquiera hace falta que sea bueno. Solo hazlo.
Y así fue como volví a crear.
Y mi creación dejó de temer a la muerte.




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