- Nuestra mente occidental
no pudo inventar el cero,
porque reniega del caos,
tiene pánico a los huecos,
a los espacios vacíos,
y por eso nuestro Tiempo,
nuestro Tiempo deificado
en los circulares templos.
Sin embargo, como el tao,
que quizá desconocemos,
vivimos contradictorios
en los márgenes del cero,
y lo usamos como arma
de mortíferos efectos,
y lo usamos como fin
que justifica los medios.
Baste un ejemplo:”¡Contando:
...cuatro, tres, dos, uno... fuego!
- Y tras la omisión terrible
el absoluto silencio.
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