Tengo doce años, luego catorce, y quince, y sigo yendo a la biblioteca con mi padre y abriéndome paso entre las estanterías. Conozco el olor y el tacto de cada cosa en ese lugar. Cojo ejemplares que he leído antes sólo por el extraño placer de tener que sujetarlos. Al parecer, cuando lo hago puedo entrar en contacto con la persona que era hace una semana, un mes, un año… y eso me consuela.
Niall Williams: Sólo una palabra tuya (Bartleby, 2008).
Traducción de Beatriz Bejarano del Palacio.
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