sábado, 31 de diciembre de 2011

Antes de dormir


Le leía a Catriona en la cama y a ella le turbaba tanto este hecho, el de que fuera su padre y no su madre quien le leía, que se quedaba acostada como en una especie de desmayo, agarrando el edredón debajo de la barbilla, y casi no prestaba atención. Luchando contra el cansancio, levantaba la vista con un amor satisfecho y posesivo hacia la mole de su padre encorvado sobre el librito de Beatrix Potter que sostenía en las manos. El padre era todo suyo. En aquellos instantes eran los únicos cuentos que quería escuchar, pero Beard no era el hombre adecuado para la distopia de Potter acerca de erizos con tablas de planchar y conejos con bombachos, y él también hacía esfuerzos para no dormirse y a veces, a mitad de una frase, se le caía hacia delante la cabeza y después se reponía y reanudaba con una voz normal el relato, pongamos, de una zanahoria robada.


Ian McEwan: Solar.
Traducción de Jaime Zulaika.

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