sábado, 3 de enero de 2015

Lazarillo 31


El último número de la revista Lazarillo, correspondiente al segundo semestre de 2014, dedica buena parte de su contenido a una selección de libros infantiles y juveniles destacables, publicados durante el año que ha terminado. La selección está hecha con reseñas breves pero interesantes y agrupando las obras por tramos de edad (aprovecho para comentar que me gusta la recomendación "a partir de x años", pero no me convence la de "de x a z años" que elige la revista en algunos tramos, porque acotar por arriba me parece un error de concepto: la indicación "a partir de x años" orienta hacia la estética, el lenguaje y el tratamiento del tema, que hacen recomendable el libro a partir de una edad para garantizar la comprensión y la apreciación de la obra; pero la indicación " de x a z años" orienta hacia el gusto del lector, se presupone un interés -o desinterés- lector con una edad fuera del tramo seleccionado y con eso se pierde la idea de que la experiencia lectora es acumulativa además de progresiva, por no hablar de que la segmentación por edad está bien en el colegio y en el mercado, quizá, pero no en el ámbito personal de la lectura). 
Hay entre ciez y doce obras reseñadas por tramo; las reseñas se estructuran en dos partes: resumen del argumneto e interés formativo y temático, y abarcan narrativa, poesía y teatro. Todo esto hace de la revista una referencia muy válida para orientarse en el panorama de actualidad y elegir lecturtas de interés.
Además, nos encontramos con varios artículos relacionados con la LIJ y alrededores, como los diez años de las Fundaciones Jordi Sierra i Fabra, las Salas de Lectura en México, el Día de la Biblioteca, la Feria de Bolonia para ilustradores, o la referencia a un encuentro del escritor David Lozano con lectores. 
Hay más cosas, pero las dejo a la curiosidad de los lectores. 
Por último, selecciono un breve texto de Juan Kruz Igerabide sobre ritmo y poesía:

La poesía de tradición oral pervive estrechamente ligada al cuerpo, nació del cuerpo y nutre el cuerpo con sus ritmos. Pero no es una cuestión de esquemas métricos; es algo más vital, menos "perfecto". Una visión excesivamente formalista del ritmo en la poesía impide que el ritmo resuene en el cuerpo; mucho más interesante que repetir como un loro ritmos excesivamente mecanizados es jugar con homofonías, aprender a expresar rítmicamente los textos poéticos, incluso si no tienen rimas o no se sujetan al sonsonete (habitualmente octosílabo en español), de manera que el ritmo se convierta en cuerpo y expresión vital.


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