La guerra acabó en empate
a menos quinientos mil.
Hubo un único acertante:
el huérfano de un país
ajeno a los contrincantes.
Sobre fondo de sudarios,
el premio se lo entregó
en solemne acto un notario:
nada menos que un millón
de muertos, pala y rosario.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario