
(Il. de Quentin Blake)
—Papá —dijo—, ¿no podrías comprarme algún libro?
—¿Un libro? —preguntó él—. ¿Para qué quieres un maldito libro?
—Para leer, papá.
—¿Qué demonios tiene de malo la televisión? ¡Hemos comprado un precioso televisor de doce pulgadas y ahora vienes pidiendo un libro! Te estás echando a perder, hija...
Roald Dahl: Matilda
No hay comentarios:
Publicar un comentario