Es en la confusión de brazos, piernas,
vientres, donde se expresa la violencia
de la lucha terrible y sin clemencia
que mantienen los cuerpos. Son eternas
las ganas de luchar, pero son tiernas
las luchas incesantes, la dolencia
a que se rinden gratos, con demencia,
ávidos de naufragios y galernas.
Es en el oleaje, el torbellino
de vientos encontrados, de corrientes,
en el combate atroz, como un destino,
donde radica el éxtasis, en suma.
Ya lo han dicho poetas combatientes:
es batalla el amor, su campo es... puma.
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