martes, 23 de noviembre de 2010

La biblioteca y lo digital


A principios de noviembre se celebró en Gijón el V Congreso de Bibliotecas Públicas, dedicado a Bibliotecas Públicas y contenidos digitales: retos y oportunidades. Se trató de las bibliotecas como usuarias y proveedoras de esos contenidos y del papel que pueden, deben, quieren desempeñar en la sociedad digital. Fueron tres días de conferencias, mesas redondas, comunicaciones (y culines de sidra) que nos dejaron, una vez más, un doble regusto profesional. Por un lado, parece evidente que las bibliotecas públicas deben trabajar para adaptarse al mundo digital y para adoptar ese mundo en su labor cotidiana, en forma de nuevos servicios, nuevos soportes, nuevas infraestructuras, nuevos usuarios… Por otro lado, nuestras bibliotecas tienen problemas tan viejos y tan “analógicos” que lo digital es un concepto lejano y ajeno. La conclusión más elemental es que a este tipo de congresos deben asistir, sobre todo, los políticos, y más concretamente, para ceñirme al ámbito que mejor conozco, los políticos locales. Ellos también dejan un doble regusto que deberíamos aunar de una vez por todas. Por un lado (el que da al exterior), se deshacen en promesas y propaganda sobre el mundo de la cultura y las bibliotecas, su importancia, su prioridad indiscutible, y construyen edificios y amplían horarios… Pero por otro lado (el que da al interior y afecta a los trabajadores bajo su mando), demuestran una completa y descarada falta de conocimiento, interés y respeto por esa misma cultura y esas mismas bibliotecas, con recortes presupuestarios, incumplimientos de convenios, enchufismo descarado, uso populista y partidista de la política cultural…, que ya huelen. Así que, de momento, lo digital, en nuestras bibliotecas, es, antes que una proyección de futuro, un problema de dedo, un callo, vamos.


Ilustración: montaje de Alicia Martín en Madrid, 2003.

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