martes, 11 de enero de 2011

Ediciones Sompatas (XV)

LA AVENTURA DIARIA

Un día, en clase, la maestra Luzada preguntó a los sompatas por las aventuras que habían vivido. Cuando le llegó el turno al sompata Líviston, éste no lo dudó:
- Atravesar el patio del colegio desde un extremo hasta el otro durante el recreo, ésa es mi aventura.
La clase entera soltó una gran carcajada.
En ese momento sonó el timbre que anunciaba precisamente el recreo.
- Al volver continuaremos con esto -apenas tuvo tiempo de anunciar Luzada.
Media hora después, los sompatas estaban sentados en su sitio, unos sudorosos, otros manchados, esta arañada, ese con un moratón, aquella con un desgarrón en la camiseta…
- Bien, Líviston, explícanos qué clase de aventura es ésa.
Líviston miró a su alrededor y dijo, sonriente:
- Hoy, como cada día, profe, he logrado esquivar un balón de fútbol, he saltado sobre un charco, he evitado a tres pequeñajos de primero que iban como locos, he regateado a dos de segundo, he parado una pelota de goma con la mano, me he agachado a tiempo para librarme de una rama del ciprés, he mantenido el equilibrio cuando he pisado una cáscara de plátano y, cuando ya casi había llegado al otro extremo, ¡plas!, llega ésta -y señala a su compañera Corpila-, me da una palmada en la espalda y me dice: “¡Tú la llevas!” Pero en ese momento ha sonado el timbre de regreso a las clases, así que no he tenido que correr detrás de nadie.
La profe Luzada sonríe mientras pasa la vista por el resto de la clase.
- Sí, estoy de acuerdo. Es toda una aventura atravesar el patio durante el recreo.
Los demás están ahora de acuerdo.


Ilustración de Nuria Martínez, de 6º curso del colegio Isabel la Católica, de Pinto.


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