Edición: Algar, 2009
Cuervo siempre está solo. Es tan negro que da miedo y el herrerillo, la cotorra y el pinzón huyen en cuanto se les acerca. Solución: pintarse de colores, como el herrerillo, la cotorra y el pinzón. Pero la solución crea otro problema: un pájaro tan grande pintado de colores da más miedo todavía. Solución: aceptar la evidencia de su soledad. Entonces, sin que Cuervo haga nada, surge la solución definitiva del conflicto: es aceptado porque es considerado el héroe que ha salvado al herrerillo, la cotorra y el pinzón.
Otra historia de exclusión y de prejuicios con los colores de la piel -las plumas- como motivo literario. Puede parecer, y de hecho es así, que el tema no es demasiado original; sin embargo, y como suele ser habitual en las buenas obras, no es la originalidad del tema lo interesante, sino la manera en que es tratado para hacerlo original y nuevo.
Leo Timmers pone su técnica y su imaginación al servicio del humor y crea un álbum muy atractivo, limpio, luminoso, visualmente impecable y narrativamente preciso, con los elementos justos para que la historia nos guste y divierta tanto.
La precisión casi fotográfica de sus ilustraciones, el cable eléctrico sobre el que transcurre la acción y que también sirve para esquematizar las páginas, el movimiento y la expresividad de los personajes, el fondo blanco que sublima imagen y texto… Son algunos de los aspectos que llaman poderosamente la atención y contribuyen al disfrute de esta lectura, se tengan tres o trescientos años.
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