jueves, 10 de mayo de 2012

Maurice Sendak


Hubo un tiempo en que Jennie lo tenía todo. Un almohadón redondo para dormir en el piso de arriba, y uno cuadrado en el piso de abajo. Tenía su peine y cepillo particulares, frascos con dos clases de píldoras, gotas para los ojos, gotas para los oídos, un termómetro, y para el tiempo frío un jersey rojo de lana. Podía mirar por dos ventanas y comer en dos cuencos distintos. Hasta tenía un amo que la quería.
Pero a Jennie le daba igual. En mitad de la noche metió todo en una bolsa de cuero negro con hebilla de oro y se asomó por última vez a su ventana preferida.
- Lo tienes todo -le dijo la planta del tiesto, que estaba mirando por la misma ventana.
Jennie mordisqueó una hoja.
- Tienes dos ventanas -dijo la planta-. Yo sólo tengo una.
Jennie suspiró y se comió otra hoja. La planta continuó:
- Dos almohadones, dos cuencos, un jersey rojo de lana, gotas para los ojos, gotas para los oídos, dos clases de píldoras, un termómetro, y encima él te quiere.
- Eso es cierto -dijo Jennie, mordiendo más hojas.
- Lo tienes todo -repitió la planta.
Jennie se limitó a decir que sí con la cabeza, porque tenía la boca llena de hojas.
- Entonces ¿por qué te vas?
- Porque -dijo Jennie, comiéndose el tallo y la flor-, estoy insatisfecha. Quiero algo que no tengo. ¡La vida tiene que ofrecer algo más que el tenerlo todo!
La planta no tenía nada que decir. No le quedaba nada con qué decirlo.

Maurice Sendak: ¡Dídola pídola pon! o La vida debe ofrecer algo más. (Alfaguara, 1978). (El traductor no consta).


Si tienes curiosidad:

Una selección de ilustraciones de Sendak, acompañadas de textos alusivos, en el blog Tecnicolor, aquí.
Un breve análisis de su obra, por Patrick Rodgers, aquí.
Sendak en la revista Imaginaria, aquí.
Una genial exposición en el Museo Rosenbach, aquí.
Un extenso artículo sobre Donde viven los monstruos, aquí.


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