jueves, 7 de junio de 2012

El cuento de las piedras


Leo Lionni: Frederick
Como estoy bastante harto de hablar de política, voy a escribir un cuento. 
Había una vez un país que estaba en crisis. Como había que sacar dinero de debajo de las piedras, los gobernantes se pusieron los monos azules sin connotaciones y empezaron a levantar una a una todas las piedras sospechosas del país. 
Así, levantaron la gran piedra, antigua y bastante irregular, de la economía sumergida, muy parecida a la del fraude fiscal, que también fue levantada, lógicamente, y ambas dejaron ver un montón de dinero oculto, tanto que animó a los gobernantes a levantar la piedra de las grandes fortunas, para desvelar debajo un montón de maletines de piel de caimán rebosantes de dinero.
Levantaron la piedra múltiple de las diputaciones, confundieron los billetes con cromos repetidos, pero un funcionario atento demostró la diferencia mostrando la numeración, menos mal. 
Levantaron también las piedras de los bancos, que resultaron estar hechas de pasta de papel... moneda, y las desbancaron. 
Levantaron después la piedra de los privilegios políticos, dolorosa piedra, semejante a las del riñón, pero descubrieron que no dolía tanto y que, en cambio, les hacía sentir mucho mejor y ser mirados con otros ojos por parte de sus vecinos, algo menos encabronados. 
Y levantaron la piedra sagrada de la Iglesia, intocable hasta ahora y cargada de presagios; y al levantarla vieron debajo otra más grande, y debajo de esta, otra más grande que ocultaba otra más que ocultaba otra y otra y otra… y se encontraron con un filón dorado en olor de santidad, pero que en realidad era loor a chamusquina, puesto que resulta bastante raro, casi milagroso, que una piedra pequeña oculte otra mayor. 
En fin, que levantando piedra tras piedra, aquel país salió de la crisis, sus gobernantes se limpiaron a conciencia las manos- y la conciencia- y dejaron de tocar los perendengues al trabajo, la educación, la sanidad… a los ciudadanos, en FIN.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado el cuento, enhorabuena!

Odal Orto dijo...

Gracias por leerme.

Unknown dijo...

Muy bueno, Carlos.
Se lo voy a recomendar a los niños de mi barrio para que vayan madurando...

Un abrazo, amigo,
Eusebio

Odal Orto dijo...

A ver si los pobres niños van a tener pesadillas antes de tiempo. Mejor se lo das a los padres. jeje.

Un abrazo.