lunes, 30 de julio de 2012

Cuento


Había empezado un cuento en el cuaderno nuevo, con mi pluma nueva. Me interrumpió una llamada por teléfono. Fui hasta el aparato y descolgué. Nadie. Regresé a la mesa. En el cuaderno, nada. Volví a empezar con la extraña pero evidente sensación de que sería inútil. Sonó el teléfono. Se repitió la situación primera. Al regresar, el cuaderrno estaba en blanco. Dejé el teléfono al alcance de mi mano, pero sabía que no serviría de nada, porque no era el teléfono realmente. Ahora sonaría el timbre de la puerta, o se iría la luz, o sencillamente desviaría mi mirada de las hojas escritas. Nunca terminaría el cuento en el cuaderno nuevo con mi pluma nueva. Pero qué otra cosa podía hacer sino intentarlo.


No hay comentarios: