Legislar por decreto con la excusa de la urgencia y de la
extrema necesidad es muy peligroso. Democráticamente, porque convierte al
gobierno en un ente omnipotente capaz de actuar con impunidad y hacer de lo
excepcional una herramienta de poder. Implica abusar de la mayoría obtenida en
las urnas y propiciar alianzas extremadamente interesadas. Es un error muy
grave, pues obliga a elegir y a decidir las materias sobre las que “es
necesario” aplicar cada decreto ley, de tal forma que, si no se tiene mucho
cuidado, se puede incurrir en agravios comparativos, parcialidades, abusos e
injusticias flagrantes.
Así, por ejemplo, modificar la ley laboral, imponer recortes
en sanidad, educación y administración pública, reducir subsidios, etc., mientras
que no se toca con idéntico procedimiento las indemnizaciones millonarias, los
privilegios políticos, exenciones y prebendas; mientras no se legisla con
idéntico rigor la riqueza y el fraude, no tiene mucho sentido y la sensación de
persecución es cada día más notable.
Así, por ejemplo, cómo se puede aplastar al empleado público
con sustracción salarial, ampliación de jornada, pérdida de derechos
adquiridos, como el de la antigüedad o los ‘moscosos’, sin hacer lo mismo, con
igual rigor, con la libre designación de cargos de confianza, la libre
designación de liberados políticos, la libre disposición de partidas
presupuestarias opacas y prescindibles…
La clase política, ya no es que se aleje de la realidad y de
la ciudadanía y de unos votantes convertidos en votontos, no es ya una cuestión de distancia. La clase política
anula la realidad conocida e impone otra, la propia, con otra ciudadanía
virtual, y otros votontos declarados,
sin capacidad de actuar, protestar, pensar.
Si algún abogado lee esto pido, por favor, que me ayude. ¿Se
puede denunciar a la clase política por resultar secta, por fraude, por abuso
de autoridad, por malversación de fondos, por tráfico de influencias, por
incumplimiento de contrato, por incapacidad manifiesta, por estafa, robo, timo,
chantaje, apología de la desilusión?
Se debería.
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