Autor:
Marc-Antoine Mathieu
Traducción:
Eugenia Paredes
Edición:
Sinsentido, 2012
Afortunadamente,
este libro no puede leerse en tiempo real, se necesita algo más de tres
segundos para seguir la cadena de reflejos que desarrollan la trama y que
sucede, ella sí, en ese breve lapso de tiempo.
El
juego-ejercicio que propone Mathieu es seguir y resolver un enigma mudo por medio de un zoom interminable que
rebota una y otra vez en objetos que reflejan la luz y, con ella, el punto de
vista que nos guía por una habitación, la ciudad, el cielo, el espacio, de
nuevo la ciudad..., para asistir a escenas aparentemente inconexas, pero que
forman parte de una trama común que el lector deberá descubrir -si quiere,
claro está-, poniendo toda su atención en los detalles.
Es
un alarde gráfico inmenso, un proyecto meticulosamente desarrollado, una novela gráfica negra y muda, sorprendente y alucinante, una obra ocurrente, original y compleja,
cuya lectura proporciona a la vez placer e inquietud; placer por la admiración
que despierta la observación de cada reflejo, inquietud por la necesidad de
releer, de volver atrás, para remirar y cerciorarnos de haber captado, apreciado, todos los
detalles.
Si
este libro nos ofreciese solo el viaje de la luz a través de tantos objetos que
la reflejan, ya sería extraordinario; si además sobre ese ir y venir se monta
una trama criminal de asesinatos y corrupción, el valor se dispara a la
velocidad de la luz, y nunca mejor dicho.
Los
amantes del cómic están de enhorabuena, los amantes de los álbumes ilustrados,
también; los amantes de la literatura policíaca, por supuesto; y los amantes
del juego literario, no se quedarán atrás.
Yo, como integrante de este último grupo, no puedo evitar establecer varias relaciones con obras que 3 segundos me ha recordado y que, como esta obra, pueden resultar tan interesantes para adultos como para el público infantil.
Por ejemplo: Las líneas de la mano, de Julio Cortázar, por la necesidad de soporte físico para que la acción avance, literalmente; La historia de la manzana roja, de Jan Lööf (Kalandraka), por el viaje circular siguiendo la peripecia azarosa de esa peculiar protagonista; Zoom, de Istvan Banyai (FCE), por el zoom que nos lleva a un mundo dentro de otro mundo dentro de otro mundo...; Sólo un segundo, de Silvio Freytes (Kalandraka), por la multitud de acciones que coinciden en ese periodo de tiempo en una estructura circular.
Sin ser una obra infantil, esta novela gráfica muda puede ser interesante para lectores a partir de 12 años, incluso menos si es lectura compartida.
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