martes, 11 de diciembre de 2012

Merecer la relectura



Cuando Berlin terminó de mirar el libro lo cerró y se lo quedó en las manos.
- ¿Por qué cree que tengo que leerlo?
- Bueno, yo... Si no quiere...
- ¡No se arrugue, hombre! ¿Por qué quiere que lo lea?
- Porque es muy bueno. Es buenísimo, señor Berlin. Adrià Ardèvol es un hombre profundo e inteligente. Pero vive lejos del centro del mundo.
Isaiah Berlin dejó el libro en la mesita auxiliar y dijo leo a diario y cada día me doy cuenta de que me falta todo por leer. Y a veces necesito releer, aunque sólo lo que merece el privilegio de la relectura.
- ¿Y qué hace merecedor de ese privilegio? -Ahora Bernat parecía Adrià.
- La capacidad de fascinar al lector; de admirarlo por la inteligencia que contiene o por la belleza que genera. Aunque con la relectura, por su naturaleza, siempre entramos en contradicción.
- ¿Qué significa eso, Isaiah? -interrumpió tante Aline.
- Un libro que no merece ser releído tampoco merece ser leído. -Miró a los invitados-: ¿Les has ofrecido té? -Miró el libro y enseguida se le olvidó la propuesta práctica que acababa de hacer. Prosiguió-: Pero antes de releerlo no sabíamos que merecería la relectura. La vida es así de cruel.


Jaume Cabré: Yo confieso (Destino, 2011)
Traducción de Concha Cardeñoso Sáenz de Miera



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