lunes, 7 de enero de 2013

Feliz año, sí


En las circunstancias actuales, desear feliz año parece tan extraño como no desearlo... Porque es de ilusos imaginar un año feliz, o porque es de depresivos no hacerlo. Pero como ni los extremos ni las unanimidades son santos de mi devoción, deseo feliz año a quien esto lea, e incluso a quien no. Será un año preñadito de cosas parecidas a las que han llenado 2012, desde abajo y desde arriba. Desde abajo, con movilizaciones, protestas, huelgas, gritos y susurros de rabia, indignación y denuncia. Desde arriba, con recortes, reformas, subidas y otras aberraciones  neoliberales que, se supone, nos sacarán de la crisis, aunque no sabemos por qué puerta ni con qué maneras ni en qué estado. Habrá otras cosas mejores y peores; unas, prolongación lógica de lo antes indicado (por ejemplo más impuestos, menos salario, más palos antidisturbios, menos prestaciones, más privatizaciones, menos servicios públicos, ricos más ricos, menos igualdad...); otras, sorprendentes y quizá imprevisibles (como el seguimiento casi unánime de huelgas, manifestaciones y concentraciones, o la rebelión de votantes del PP afectados por la deslealtad del partido y las mentiras programáticas sistemáticas). En cualquier caso, quiero empezar el año con una palabra nueva, una actitud, que se le ha olvidado a la RAE meter en el DRAE y que ha estrenado una marca de refrescos en un anuncio hermoso y emocionante: positividad. Buscaré el lado positivo de las cosas, me empeñaré en adoptar una actitud positiva en todo lo que haga con la intención de ser más fuerte, porque la positividad que va a guiarme este año no implica en absoluto debilidad ni flaqueza ni pasividad; al contrario, me dará más fuerza para combatir las injusticias de los gobiernos mentirosos, prepotentes y reaccionarios, y esa fuerza me hará más feliz. Como escribió Almudena Grandes hace unas semanas: "Porque la felicidad es la mejor manera de resistir". Os pido compañía en este intento. Y lo dicho, feliz año.


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