El número 103 de la revista de literatura infantil y juvenil
Peonza lleva por título “Literatura
infantil en conflicto”. Con él quiere hacer referencia a la literatura de
contenido social, crítica y comprometida con la realidad en que vivimos. La
literatura como herramienta para reflexionar sobre un mundo problemático,
violento y dramático, donde las personas experimentan vivencias problemáticas,
violentas y dramáticas.
La revista nos ofrece algunos textos muy interesantes de
autores que se ocupan de esto en su obra. Eliacer
Cansino recorre el camino de la literatura juvenil desde sus orígenes hasta
la configuración de la juventud como grupo social definido. Marilar Aleixandre, Maite Carranza, Agustín
Fernández Paz y Alfredo Gómez Cerdá, nos cuentan sus ideas sobre la
presencia de la sociedad en sus libros, sobre la necesidad de ocuparse del
conflicto permanente del individuo consigo mismo y los demás.
También podemos disfrutar de una entrevista a la escritora
argentina María Teresa Andruetto, Premio
Andersen, donde desvela algunos secretos de su manera de escribir y de entender
la literatura.
Y también conocemos algunos cómics que se ocupan de
conflictos sociales y momentos especialmente dramáticos de la historia
contemporánea.
Hay más cosas, por supuesto, pero yo, como suelo hacer,
quiero terminar con un texto que trata sobre el principal hilo conductor de Mi
Mano Verde: los libros y la lectura. Es el final del texto de Maite Carranza, Edulcorantes, no gracias.
Soy contraria a edulcorar la aspereza de la experiencia humana con la excusa –bienintencionada por supuesto- de lo políticamente correcto. La muerte, el sexo y el dolor existen, están ahí y tarde o temprano los futuros adultos deberán enfrentarse a ello. ¿Por qué nos empeñamos en ocultárselo? ¿Acaso nuestros niños y jóvenes son ajenos a los conflictos? ¿Creemos que evitándoles hablar de ellos les ayudaremos a afrontarlos? ¿Los preservaremos de su propio futuro pasteurizando su presente para mantenerlos aislados de la crueldad, de la estulticia, de la maldad y la perversidad humana?Si yo fuera niña no lo perdonaría.
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